Números del 42 al 43
“Hijos de los X Men”
Guión: Christopher Yost y Craight Kyle
Dibujo, entintado y coloreado: Skottie Young y Jean-Francois Beaulieu
Desde que el Día M acabase con el 99% de los mutantes de este planeta convertidos en meros humanos, la especie mutante ha pasado de ser el futuro de la evolución a convertirse en una especie al borde la extinción. Pero si un colectivo se ha visto afectado por este evento, ha sido sin duda el Instituto Xavier para Jóvenes Talentos. Diezmados, masacrados, perseguidos, torturados e incluso arrastrados al mismo infierno literalmente, los alumnos del Instituto Xavier al fin parecen disponer de una breve calma antes de la tormenta para sanar sus heridas y asimilar todo lo que han pasado durante los últimos meses.
¿Cómo afrontar la vida cuando esta se vuelve un lugar amenazador y sin cabida para la esperanza? ¿En que emplear el tiempo que nos queda cuando somos los últimos de una raza moribunda destinada a desaparecer? Estas ideas parecen ser las que se plantean los autores en esta saga de “transición” a la vieja usanza en la que se deja de lado las batallas épicas para dar paso a la interacción entre personajes. Un punto de partida bastante similar al que empleaban los anteriores guionistas en sus mejores momentos con sus historias personales y de los que los actuales responsables parecen haber tomado buena nota hasta tal punto, que parecen haber hecho suyos a un amplio elenco que incluye tanto a alumnos como profesores (representados por los miembros de Astonishing X Men en este caso) Resulta interesante por tanto comparar a estos personajes con su estatus en manos de los anteriores guionistas, algo que evidencia lo mucho que han evolucionado a lo largo de los números y lo mucho que ha cambiado el mundo en el que se vivían. “Antes era tan seguro… y ahora no tengo idea de lo que hacer” dice uno de los personajes en un emotivo momento de sinceridad con uno de sus compañeros, algo que podría aplicarse al propio mundo en el que desarrollan su vida los personajes, el cual ha pasado a ser un edificio luminoso repleto de chiquillos con poderes asombrosos a una lóbrega mansión por cuyos pasillos vacíos e inmensos salones buscan cobijo unos críos desorientados que se sienten marcados por la muerte. Como dice Emma Frost en uno de sus diálogos, “más de la mitad del alumnado sufre trauma físico o mental”, y es que, ante todo, los autores han pretendido recordarnos que pese a las aventuras llenas de acción y violencia en las que se han visto inmersos los protagonistas, estos no dejan de ser unos críos vulnerables obligados a lidiar por sus vidas en una época de sus vidas particularmente difícil.
En lo que respecta a las caracterizaciones, los guionistas continúan haciendo un trabajo encomiable no solo consiguiendo que los protagonistas hablen con una naturalidad y una credibilidad tal que ni siquiera parece que hayan cambiado de manos, si no que además saben sacarle un estupendo partido a las relaciones entre ambos luciendo algunos de los personajes como nunca lo habían hecho. Así tenemos a Santo y a Victor, que si bien antes no pasaban de secundarios (o hasta muy terciario el segundo) se consolidad en esta saga como dúo absolutamente genial, protagonizando algunos de los momentos más delirantes y divertidos del arco. Poco desmerecen en los demás y es que apenas se queda alguno de los secundarios de la mansión sin tener su momento de gloria siempre tratados con ingenio y personalidad propia. Entre estos no solo están los miembros del grupo principal, si no que a estos se les añaden secundarios como Pixie, Nenzho, Cachorro, Indra, Cerilla o Loa, algunos de los cuales quedan con una personalidad tan visible que a los dos números parece casi como si los conociéramos. Pero, como ya hemos dicho, no solo se atreven con lo críos, si no que también tratan con mucho acierto a sus mayores, entre los que brilla Emma (como casi siempre), Bestia y, sobre todo, ese Cíclope hablando sobre Jean. Mención a parte merecen también para Mathew Riskman, a quien se le dota de mayor complejidad, y Noriko, quien estaba siendo uno de los personajes más flojos de los guionistas y desde hace unos números recupera su interés como esa cría sobre-protectora, arisca y neurótica que era.
En lo que respecta al dibujo, puedo decir sin miedo a equivocarme, que Skottie Young ha sido uno de los mejores, si no el mejor dibujante que ha pasado por esta serie. Trasmitiendo buenas vibraciones desde el principio gracias al entusiasmo que mostraba en su blog por la serie, este fan declarado de Generación X, cuyo estilo de dibujo cartoon parece una mezcla entre Bachalo y Ramos aunque mucho más nítido, hizo toda una declaración de principios sobre lo que entendía él debía tener el dibujo de esta serie: En primer lugar, que los personajes aparentaran realmente la edad que tenían; en segundo, dar a cada uno de los personajes una imagen que se convirtiera en icónica acorde con sus personalidades y claramente reconocible solo con verlos; y, tercero, usar su estilo de dibujo para dar a cada historia el tono que fuese necesario para potenciar unas tramas que debían parecer juveniles pero nunca infantilizadas. Y así fue como lo hizo. Dando lo mejor de su trabajo en los 7 números de los que se ha hecho cargo, para esta saga se ha inspirado de forma reconocida en Bill Sienkiewic encargándose además de los bocetos, del entintado y el coloreado (con la inestimable participación de Jean-Francois Beaulieu para esto último) dotando a su dibujo de un tono mucho mas opresivo, sucio y tenebroso que contrastaba con lo luminoso de los rostros, lo que sin duda ayuda para potenciar esta historia al borde del “fin del mundo” que nos presenta esta saga. Expresivo como pocos, se le pueden achacar como principales defectos la carencia de sus fondos o el repetir determinadas viñetas. Pero poca cosa considerando el resultado final.
En definitiva, una historia tan melancólica como divertida. Tan tétrica como esperanzadora. Tan tierna como aterradora. Una historia en la que mientras su mundo se desmorona con la parca buscándoles como una bestia ambrienta, los supervivientes del Instituto Xavier intenta afrontarlo como pueden, ya sea intentando proteger a lo que más quieren, dejando aflorar sus miedos, encarando con valentía al rostro de la muerte o con la necesidad de encontrar a alguien con quien pasar los que pueden ser los últimos días de sus vidas. Una historia en la que sus protagonistas lucen como nunca, y es que hay que ver como sus autores saben potenciar sus habilidades en estos números corales. No puede dejar sin embargo un sabor agridulce si uno se puede pensar que este puede ser el ocaso de esta magnífica serie dado a que nada se sabe del futuro de esta tras la apocalíptica batalla que supondrá Complejo Mesiánico y parece ser que sus responsables estarán ocupados en otras labores. Si así es, al menos quedará el recuerdo de sagas como estas en las que unos personajes a los que prácticamente hemos visto nacer viviendo sus aventuras y desventuras, así como sus esperanzas y sus miedos, han brillado con luz propia. Es el destino de los mutantes, condenados a llevar una vida tan intensa como breve dejando tras de si un bonito cadáver.
¿Cómo afrontar la vida cuando esta se vuelve un lugar amenazador y sin cabida para la esperanza? ¿En que emplear el tiempo que nos queda cuando somos los últimos de una raza moribunda destinada a desaparecer? Estas ideas parecen ser las que se plantean los autores en esta saga de “transición” a la vieja usanza en la que se deja de lado las batallas épicas para dar paso a la interacción entre personajes. Un punto de partida bastante similar al que empleaban los anteriores guionistas en sus mejores momentos con sus historias personales y de los que los actuales responsables parecen haber tomado buena nota hasta tal punto, que parecen haber hecho suyos a un amplio elenco que incluye tanto a alumnos como profesores (representados por los miembros de Astonishing X Men en este caso) Resulta interesante por tanto comparar a estos personajes con su estatus en manos de los anteriores guionistas, algo que evidencia lo mucho que han evolucionado a lo largo de los números y lo mucho que ha cambiado el mundo en el que se vivían. “Antes era tan seguro… y ahora no tengo idea de lo que hacer” dice uno de los personajes en un emotivo momento de sinceridad con uno de sus compañeros, algo que podría aplicarse al propio mundo en el que desarrollan su vida los personajes, el cual ha pasado a ser un edificio luminoso repleto de chiquillos con poderes asombrosos a una lóbrega mansión por cuyos pasillos vacíos e inmensos salones buscan cobijo unos críos desorientados que se sienten marcados por la muerte. Como dice Emma Frost en uno de sus diálogos, “más de la mitad del alumnado sufre trauma físico o mental”, y es que, ante todo, los autores han pretendido recordarnos que pese a las aventuras llenas de acción y violencia en las que se han visto inmersos los protagonistas, estos no dejan de ser unos críos vulnerables obligados a lidiar por sus vidas en una época de sus vidas particularmente difícil.
En lo que respecta a las caracterizaciones, los guionistas continúan haciendo un trabajo encomiable no solo consiguiendo que los protagonistas hablen con una naturalidad y una credibilidad tal que ni siquiera parece que hayan cambiado de manos, si no que además saben sacarle un estupendo partido a las relaciones entre ambos luciendo algunos de los personajes como nunca lo habían hecho. Así tenemos a Santo y a Victor, que si bien antes no pasaban de secundarios (o hasta muy terciario el segundo) se consolidad en esta saga como dúo absolutamente genial, protagonizando algunos de los momentos más delirantes y divertidos del arco. Poco desmerecen en los demás y es que apenas se queda alguno de los secundarios de la mansión sin tener su momento de gloria siempre tratados con ingenio y personalidad propia. Entre estos no solo están los miembros del grupo principal, si no que a estos se les añaden secundarios como Pixie, Nenzho, Cachorro, Indra, Cerilla o Loa, algunos de los cuales quedan con una personalidad tan visible que a los dos números parece casi como si los conociéramos. Pero, como ya hemos dicho, no solo se atreven con lo críos, si no que también tratan con mucho acierto a sus mayores, entre los que brilla Emma (como casi siempre), Bestia y, sobre todo, ese Cíclope hablando sobre Jean. Mención a parte merecen también para Mathew Riskman, a quien se le dota de mayor complejidad, y Noriko, quien estaba siendo uno de los personajes más flojos de los guionistas y desde hace unos números recupera su interés como esa cría sobre-protectora, arisca y neurótica que era.
En lo que respecta al dibujo, puedo decir sin miedo a equivocarme, que Skottie Young ha sido uno de los mejores, si no el mejor dibujante que ha pasado por esta serie. Trasmitiendo buenas vibraciones desde el principio gracias al entusiasmo que mostraba en su blog por la serie, este fan declarado de Generación X, cuyo estilo de dibujo cartoon parece una mezcla entre Bachalo y Ramos aunque mucho más nítido, hizo toda una declaración de principios sobre lo que entendía él debía tener el dibujo de esta serie: En primer lugar, que los personajes aparentaran realmente la edad que tenían; en segundo, dar a cada uno de los personajes una imagen que se convirtiera en icónica acorde con sus personalidades y claramente reconocible solo con verlos; y, tercero, usar su estilo de dibujo para dar a cada historia el tono que fuese necesario para potenciar unas tramas que debían parecer juveniles pero nunca infantilizadas. Y así fue como lo hizo. Dando lo mejor de su trabajo en los 7 números de los que se ha hecho cargo, para esta saga se ha inspirado de forma reconocida en Bill Sienkiewic encargándose además de los bocetos, del entintado y el coloreado (con la inestimable participación de Jean-Francois Beaulieu para esto último) dotando a su dibujo de un tono mucho mas opresivo, sucio y tenebroso que contrastaba con lo luminoso de los rostros, lo que sin duda ayuda para potenciar esta historia al borde del “fin del mundo” que nos presenta esta saga. Expresivo como pocos, se le pueden achacar como principales defectos la carencia de sus fondos o el repetir determinadas viñetas. Pero poca cosa considerando el resultado final.
En definitiva, una historia tan melancólica como divertida. Tan tétrica como esperanzadora. Tan tierna como aterradora. Una historia en la que mientras su mundo se desmorona con la parca buscándoles como una bestia ambrienta, los supervivientes del Instituto Xavier intenta afrontarlo como pueden, ya sea intentando proteger a lo que más quieren, dejando aflorar sus miedos, encarando con valentía al rostro de la muerte o con la necesidad de encontrar a alguien con quien pasar los que pueden ser los últimos días de sus vidas. Una historia en la que sus protagonistas lucen como nunca, y es que hay que ver como sus autores saben potenciar sus habilidades en estos números corales. No puede dejar sin embargo un sabor agridulce si uno se puede pensar que este puede ser el ocaso de esta magnífica serie dado a que nada se sabe del futuro de esta tras la apocalíptica batalla que supondrá Complejo Mesiánico y parece ser que sus responsables estarán ocupados en otras labores. Si así es, al menos quedará el recuerdo de sagas como estas en las que unos personajes a los que prácticamente hemos visto nacer viviendo sus aventuras y desventuras, así como sus esperanzas y sus miedos, han brillado con luz propia. Es el destino de los mutantes, condenados a llevar una vida tan intensa como breve dejando tras de si un bonito cadáver.
Como el resto de las principales series mutantes actuales, continuará en Complejo Mesiánico, aunque con los lápices de Humberto Ramos en esta ocasión.
Valoración: 9/10
3 comentarios:
Una gran serie, desde luego, cada día me engancha más. Lo que más me gusta es la recuperación de elementos de la etapa clásica de los X Men.
qué buena pinta que tiene!!
iiiiiiiiiiiii yo kreo ke ia se ke va a pasarrrr
si ia se dieron cuenta X-Men no tiene un avance y new x-men desaparecera despues de messiah complex!!! asi keeeee
estos mocos serán ahora si, los NUEVOS X-MEN!!!! no kreen????
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