James Maddocks, como se hace llamar ahora uno de ellos, ha llegado aún más lejos, ha formado una familia, y es todo aquello que su creador nunca llegó a ser.
Tal visión de lo que Madrox se pudo perder eligiendo el camino que le ha llevado a ser el líder de X-Factor, le hace replantearse si debe reclamar a su duplo o, sin embargo, permitir que siga su vida, lo cual supondría que nunca consiga reunir de nuevo su alma.
Mientras, Siryn y Monet, que siguen sin dirigirse la palabra desde su noche loca con Madrox, deciden arreglar sus diferencias yendo de compras a Paris. Pero lo que se avecinaba como un idílico día, acabará convirtiéndose en un rescate mutante al más puro estilo X-Factor. ¿Pero por el bien de los mutantes, están dispuestas a violar toda ley? Y sobre todo ¿quién es ese misterioso hombre que las vigila en la distancia, y que les ayuda a cada paso que dan sin que ellas lo sepan?
No serán las únicas que encuentren problemas con la justicia, ya que en pocas horas, el cuartel general de X-Factor se asediará de agentes federales, y Layla Miller está dispuesta a recibirlos con su mejor talante.
Los chicos de la agente del FBI, Val Cooper, operan contra un comando terrorista mutante llamado Célula-X, que creen al gobierno culpable de la diezma. Y sólo los chicos-X pueden mediar en la situación. Sin irnos muy lejos, regreso de Pietro se avecina determinante en este nuevo tira y afloja entre humanos y mutantes.
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