La Emeperatriz Lilandra Neremani y su complicada vida sentimental

Ser la soberana de uno de los mayores Imperios Intergalácticos que hayan prosperado a lo largo del universo marvel no es garantía de felicidad. Ni mucho menos. Más cuando los insondables lazos del amor se interponen en tu camino, o eso es lo que debería de haber pensado la menor de los Neremaní cuando, años después de que los pensamientos de Charles Xavier se cruzaran con los suyos sintiendo por él un vínculo que nunca antes había sentido, su relación se volviera tan compleja que por ella pasaran antiguas pupilas tan dispuestas a seducir al mayor telépata de la tierra como a devorar galaxias, familiares aspirando al trono, alienígenas metamorfos o incluso cuñadas malignas que se presentan en incordiosas visitas sorpresa. Pero ese no sería al peor de los problemas a los que Lilandra tendría que hacer frente en su complicada relación con el líder de la Patrulla X, y es que aunque ella y su imperio hiciesen todo lo posible para conseguir que esa relación no terminase en desastre, Xavier nunca fue lo que se dice un esposo atento (o al menos pasarse a visitar a su esposa una vez cada década no creo que entre en la definición de esto) No es muy difícil imaginar a una anhelante Lilandra compungida en su habitación mientras mira a las estrellas recordando a su esposo, por lo que la pregunta que a cualquiera de nosotros se nos viene a la cabeza es ¿Cómo conseguía superar esos largos años de espera? Por suerte para Lilandra, un fiel consejero puede ser incluso más útil de lo que se cree en los momentos de mayor debilidad: