Todo producto cultural nace en un
contexto del que hereda sus principales características para que pueda
producirse una conexión natural con el consumidor al que está dirigido. Por
ejemplo, cuando los tebeos de superhéroes Marvel renacieron a comienzos de los efervescentes
años sesenta, después de languidecer durante décadas tras el fin de la Segunda
Guerra Mundial, se convirtieron en un gran éxito editorial que ha hecho que sus
personajes hayan llegado hasta hoy, superando el medio siglo de vida, gracias a
que supieron conectar rápidamente con los jóvenes de entonces. Podría pensarse
que más de cincuenta años después ya no habría posibilidad de que un lector
actual pudiera conectar con las creaciones de Stan Lee en las historias
publicadas en esos años, pero la verdad es que seguimos disfrutando de ellas y estamos
ante una nueva edad de oro para las reediciones de clásicos Marvel gracias a la
excelente labor que está realizando Panini en su línea Marvel Gold. La causa de
este éxito puede ser el hecho de que en las páginas de estos tomos encontramos
no ya el origen de los superhéroes de Marvel, sino su quintaesencia, aquello
que los distingue perfectamente y hace que los identifiquemos de forma
inequívoca por más que esas historias fueran escritas mucho antes de que la
mayoría de los lectores que compramos estas reediciones hubiésemos nacido.
En el caso de la Imposible
Patrulla-X hay que reconocer el gran esfuerzo realizado a lo largo de las
décadas para llegar hasta nuestros días conservando cierta frescura. La
franquicia mutante ha contado con muchos altibajos desde sus comienzos porque quizás
ya fallaba en su propio planteamiento inicial por querer ser diferente al de otros
productos de la editorial y, en mi opinión, resultar algo adelantado para lo habitual
en los cómics de ese momento. En la Marvel de comienzos de los años sesenta, al
igual que en la sociedad americana de época, estaba muy presente la amenaza
atómica como consecuencia de una Guerra Fría que se prolongaría durante casi
treinta años más. Desde que el 6 de agosto de 1945 explotara la primera bomba
atómica en Hiroshima y el mundo conociera su vasto poder destructivo y sus
terribles efectos y consecuencias, la energía atómica se convirtió en una
obsesión para la nación norteamericana que quedó reflejada en muchos productos
culturales de la época, tanto en la literatura como en el cine o la televisión.
Así, los nuevos superhéroes Marvel verían sus orígenes muy ligados a la
radiación, como es el caso de los Cuatro Fantásticos, Hulk o Spider-Man. Incluso
personajes como Iron Man, el Hombre Hormiga o la Avispa adquirían sus poderes a
través de la ciencia y una de las pocas excepciones fue Thor, cuyo poder divino estaba vinculado a la
magia del encantamiento de su martillo/bastón.
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No obstante, la serie no contó
con el éxito esperado y llegaría a ser cancelada varios años más tarde para
renacer de sus cenizas gracias a la pluma de un genial Chris Claremont que supo
perfectamente reciclar muchos de los hitos sociales y culturales de finales de
los setenta y los años ochenta en la que, probablemente, sea la mejor etapa larga
de la franquicia mutante. El éxito se debió a que su mayor virtud fue alejarse
totalmente del convencionalismo que imperaba en otras series de superhéroes y
reivindicar la diferencia como algo positivo, único e inesperado. Seguramente a
nadie en la Marvel de los años 60 se le hubiera ocurrido jamás que sus mutantes
llegarían tan lejos. Asimismo, tras superar los anodinos y extremos años 90,
Grant Morrison se encargó de relanzar a la Patrulla-X teniendo en cuenta un
manifiesto que él mismo redactó y en el que se recogían las principales
características de los X-Men, muchas de las cuales ya estaban presentes en los
números que recopila este tomo de la línea Marvel Gold.
Y es que la Patrulla-X y sus
decenas de series satélites encuentran su principal fundamento en esta etapa
inicial que, aunque podría ser algo dura de leer hoy en día por su simplicidad
y falta de desarrollo en los protagonistas, introdujo muchos conceptos,
personajes e ideas que siguen presentes actualmente en las cabeceras mutantes.
La etapa de Stan Lee y Jack Kirby sorprende por tomar la realidad como punto de
partida y reciclar acontecimientos históricos para sus historias ya desde el
primer número, en el que Magneto casi provocaba una crisis de misiles nucleares
como la ocurrida entre Cuba, la URSS y EEUU pocos meses antes, algo que sí
acabaríamos viendo en la genial película X-Men: Primera Generación de Matthew
Vaughn, en la que se homenajea a estos cómics. Además, Lee y Kirby introducen
casi desde sus comienzos la doble visión que Magneto y Xavier tienen sobre la
relación que deben mantener mutantes y humanos, casi como si de un trasunto de
Malcom X y Martin Luther King se tratara: mientras uno aboga por la supremacía
mutante, el otro defiende una coexistencia pacífica.
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Con Thomas llegó la primera época
de grandes cambios para la serie y, por qué no decirlo también, la de villanos
cutres como la Langosta, el Hombre de Cobalto o el Tigre, enemigos poco
memorables en una etapa en la que las historias trataron de potenciar la faceta
humana de los personajes a través de sus relaciones interpersonales. Destaca
así el triángulo amoroso entre Cíclope, la Chica Maravillosa y el Ángel que hoy
en día está más que olvidado, pero que
en esos momentos insufló cierta vitalidad a la relación de quiero y no puedo
que mantenían Scott Summers y Jean Grey.
En resumen, en el tomo Marvel Gold: La Patrulla-X original 1: La
Patrulla-X contra Magneto asistimos al nacimiento del mito mutante y quizás
sus historias no son tan memorables como las de otros personajes del momento,
pero son imprescindibles para comprender su éxito posterior al introducir
muchos conceptos que escritores más capaces han sabido desarrollar
acertadamente con posterioridad. Aquí hallaremos el origen de unos personajes y
planteamientos que no supieron conectar con los lectores de su época a pesar de
tomar la realidad como referencia desde el primer episodio, pero que años
después encandilarían a millones de lectores por todo el planeta y se
convertirían en el reflejo de muchos movimientos sociales que, curiosamente,
también nacerían en los sesenta y que reivindicaban los derechos de las
minorías, igual que el sueño de Xavier hacía con los derechos de los mutantes.
Libro en tapa dura. 624 páginas.Fecha de publicación: febrero 2016Precio: 39,95€
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