miércoles, febrero 20, 2008

Diarios Mutantes: Factor X de Louise Simonson

Bienvenidos por cuarta semana a Diarios Mutantes. Si en las entregas anteriores hemos tratado sobre el presente y futuro de la franquicia mutante, tanto en los cómics como en el cine, en esta ocasión vamos a hacer un breve viaje al pasado para recordar una memorable etapa en una serie que, en su momento, enganchó a miles de seguidores: la de Louise Simonson en Factor X.


Factor X tiene el dudoso honor de ser el spin off ochentero de la Patrulla X que peor empezó. Los guiones de Bob Layton, además de insulsos y bastante trillados, no aportaban nada realmente interesante. Mucha tensión entre Cíclope y Jean, el Hombre de Hielo volvía a ser el payaso del grupo, Ángel el ricachón y Bestia el empollón. Básicamente, era la Patrulla X de los años sesenta, pero con unos pocos años más y con más drama del tipo "odiados y temidos por la humanidad que han jurado proteger". Era una mezcla bastante pobre de los X-Men de Stan Lee y los de Claremont. Por suerte, fue sustituido rápidamente por Louise Simonson, quien convirtió a Factor X en una serie que estaba a la altura de Uncanny X-Men y, en ocasiones, la superaba en dramatismo y momentos impactantes. Hace poco he tenido la oportunidad de leer o releer gran parte de su etapa y me gustaría comentar algunas conclusiones a las que he llegado.


Louise Simonson supo muy bien captar la esencia de los personajes y, sobre todo, supo ir introduciendo cambios más o menos significativos que dotaran a los personajes de mayor interés. Al fin y al cabo, si la serie original de los sesenta, con los mismos personajes y un planteamiento que tampoco estaba tan alejado de lo que estaba haciendo Layton, fue cancelada, pues tampoco era descabellado que la serie tuviera un final similar de seguir con una lista continuista. Casi impercetipblemente en algún caso y de manera notoria en el resto, la escritora fue dando "vidilla" a los cinco Hombres X originales. Cíclope y Jean Grey mantuvieron su drama romántico con la figura ausente de Madelyne Pryor como eje principal. Él se debía a su esposa e hijo desaparecidos, mientras que ella aún amaba a Cíclope, lo cual no le impidió flirtear con el Ángel en algún momento. Por su parte, Bestia y el Hombre de Hielo vieron cómo sus poderes cambiaban o aumentaban con dramáticos resultados. Bestia se volvía más fuerte, pero también menos inteligente, su vello azul volvía y se enamoraba de una periodista que estaba dispuesta a desvelar al mundo el secreto tras Factor X. Bobby Drake también vivió momentos de tensión con los cambios sufridos por sus dos mejores amigos, Bestia y Ángel, y por el aumento casi ilimitado de sus poderes a manos de Loki, que le dejaría atrapado en su forma de hielo un tiempo. Además, los nuevos personajes, los futuros X-Terminadores/Nuevos Mutantes, no podían ser más carismáticos.

Sin embargo, si por algo será recordada estaba etapa es, sin duda, por la transformación de Ángel en Arcángel y todo lo que a su alrededor pudimos encontrar. Todo comenzó con la -verdadera- Masacre Mutante. Y si pongo la palabra "verdadera" es porque es en Factor X donde, de verdad, se produjo la masacre a manos de los Merodeadores. Recuerdo que cuando leí la saga en Uncanny, siempre me pareció muy coja porque no había tantas muertes como pensaba, pero tras leer la historia de Louise Simonson para Factor X comprendí la verdadera magnitud de la tragedia, que llegó a conmoverme en muchos momentos. Realmente me dejó los pelos de punta y, además, pude disfrutar como un enano con los siguientes números, que no había podido leer hace muy poco. Con la pérdida de las alas de Ángel, la antigua editora de Marvel, aprovechó para ir planeando una saga que desembocó en el siguiente gran acontecimiento mutante: La Caída de los Mutantes. Durante varios meses vimos a Apocalipsis y a Cameron Hodge ir moviendo las piezas de sus siguientes movimientos y, pese a que a estas alturas ya sabía de sobras lo que iba a suceder, conseguí intrigarme y me sorprendí leyendo con avidez para leer qué ocurriría a continuación y el desenlace no pudo ser más épico, con una batalla en Manhattan que dejaría a Factor X como héroes indiscutibles para los ciudadanos. Sin embargo, esto no era más que un oasis de felicididad entre todo el drama que había vivido y viviría el grupo, puesto que, si Louise Simonson tenía algo claro, era sin duda alguna que sus personajes tenían que sufrir para poder brillar con luz propia.


Hubo momentos muy buenos en los meses siguientes, como la visita al planeta que iba a ser juzgado por Los Celestiales eInferno, pero creo que había cierto desgaste o, quizás, empezaba a surgir mayor control por parte de los editores, por lo que había menos frescura en estos números. La serie siguió adelante más mal que bien con la llegada de Portaccio y sería con Peter David cuando volvió a situarse como una de las series más interesantes del panorama mutante. Pero eso ya es historia para otra ocasión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buena fué esa etapa ....recuerdo que me la leía casi con más ganas que La Patrulla-X de Chris...Louise fué una artesana de los cómics que se complementaba muy bien con Claremont para hacer de los mutantes lo que son hoy día...

Txiki dijo...

Yo los disfruté como un enano en retapados ... y todos de golpe ... que lástima no tenerlos ahora a mano :)