El relanzamiento de las series X producido desde la publicación de Dinastía de X/Potencias de X ha permitido a los diferentes guionistas de la franquicia mutante explorar perspectivas no habituales en los conceptos del entorno de la Patrulla-X. El retorno de Otromundo y Madripur como escenarios de algunas de las historias, la reaparición de los vampiros o el nuevo rol que adquieren los que han sido los villanos tradicionales se alternan con la presentación de Orchis, los mutantes de Arakko o las distintas amenazas tecnológicas que han amenazado a los ciudadanos de Krakoa. Sin embargo, faltaba por explorar uno de los aspectos fundamentales a lo largo de la historia editorial de los discípulos de Xavier: la aparición de un nuevo equipo de jóvenes mutantes. Vita Ayala, Bernard Chang y Paco Medina nos descubrirán a esta nueva generación, que será la primera que se diferencie de las anteriores de forma radical.
Hijos del Átomo: Imposibles
Guion: Vita Ayala
Dibujo: Bernard Chang. Paco Medina
Color: Marcelo Maiolo. David Curiel
Tomo Rústica. 168 páginas
16,50€
La lectura de este tomo recopilatorio ha sido una grata sorpresa. No tenía demasiadas referencias ni esperaba demasiado, pero me he encontrado con una gran labor, tanto en el apartado gráfico como en en el proceso de escritura de Vita Ayala, guionista de Los Nuevos Mutantes, otra serie protagonizada por jóvenes héroes en la que también está realizando un trabajo importante a la hora de mostrar las implicaciones de vivir en Krakoa para los mutantes menos veteranos. Hay muchas cosas destacables en este volumen y creo que es necesario señalarlas para quienes puedan haber pasado por alto este interesante tomo entre las novedades del mes de diciembre.
El aspecto de mayor interés de la historia lo encontramos en la magnífica caracterización de personajes que realiza Ayala. Los Hijos del Átomo no son un grupo de héroes adolescentes más, sino que su actuación como vigilantes tiene motivaciones con las que cualquier persona puede identificarse, ya que parten de vivencias y emociones casi universales vinculadas a la adolescencia. Ayala consigue que rápidamente nos sintamos dentro de la historia utilizando la narración en primera persona para dar voz a un protagonista diferente en cada capítulo. Aunque pueda parecer un esquema de escritura clásico a la hora de presentar nuevos personajes, lo cierto es que funciona perfectamente para mostrarnos los traumas a los que se enfrenta cada uno, que van desde la sensación de abandono y soledad a la búsqueda de la propia aceptación, ya sea emocional, sexual o sentimental. A diferencia de otros equipos de jóvenes héroes novatos que hemos conocido a lo largo de los años, Los Hijos del Átomo no flaquean al cubrirse las espaldas unos a otros en combate y ya han forjado una unión previa basada en la amistad y en la seguridad de saberse aceptados dentro del grupo, lo que da lugar a que los lazos entre estos personajes recién presentados resulten creíbles para los lectores.
Cabe señalar que en Imposibles es también fundamental la representación de la diversidad, que está ligada a otros dos conceptos importantes debido la naturaleza de los miembros del equipo, como son la aceptación y la inclusión que experimentan los personajes en su grupo de amigos. El equipo está formado por cinco jóvenes de diferentes razas, géneros y orientaciones sexuales. Ayala nos los presenta como cinco jóvenes inadaptados por razones diferentes en su vida no superheroica y los vemos aislados y rechazados por otros estudiantes del Instituto de Secundaria Corbeau. Su admiración por la Patrulla-X les unirá y les llevará a convertirse en héroes para demostrarse a sí mismos, y a los demás, que pueden superar sus miedos e inseguridades, aprendizaje que será el mayor beneficio que aprenderán como grupo.
La admiración que los personajes sienten hacia la Patrulla-X servirá también para que la historia acabe convirtiéndose en un homenaje sentido a la lucha de los mutantes y a su mensaje de coexistencia, algo olvidado en esta nueva etapa de la nación Krakoa. Estos héroes recogen el mensaje original de Xavier y lo elevan a un nuevo exponente, deseando formar parte de una sociedad, la krakoana, en la que no tienen cabida. Los diseños de los personajes funcionan como representación de este nuevo sueño y el hecho de que la confección de los trajes y los artilugios que usan estos héroes juveniles tenga tanta importancia en la trama me parece uno de los muchos aciertos de la miniserie.
Además del diseño de los trajes, es obligatorio reseñar el trabajo de Chang y Medina, dos autores que, aunque tengan estilos cercanos, aportan una visión muy diferente a los episodios que dibujan. Chang realiza unas páginas que son energía pura, elemento necesario para abordar la presentación de los personajes en los dos primeros episodios. En su lápiz, los protagonistas lucen como verdaderos héroes y sus batallas convencen al lector del potencial del equipo. Sin embargo, la llegada de Medina coincide con el nudo de la historia a lo largo de episodios algo más introspectivos en los que vamos terminando de descubrir los traumas y los sueños de los protagonistas. Con su característico estilo, los personajes terminan de ganar expresividad y tridimensionalidad, lucen como verdaderos quinceañeros (o preadolescentes, en el caso de Rondador Diurno Nocturnito) y la historia termina de ganar la credibilidad que, en mi opinión, faltaba en los primeros capítulos.
Desconozco si la Oficina-X querrá sacar partido a este grupo más adelante. El universo mutante se ha expandido mucho desde que Hickman y su equipo se hicieran cargo de él y no sé si Artilugio, Ciclópea, Querubín, Tío Maravilloso y Rondador Diurno Nocturnito tendrán relevancia más allá de esta historia. Sin embargo, Vita Ayala ha conseguido con los Hijos del Átomo crear uno de los equipos de jóvenes ¿mutantes? más memorables de los últimos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario