ANTECEDENTES
La franquicia mutante fue uno de los mayores éxitos de ventas y crítica de los cómics en los años 80. Cada mes, los lectores se veían sorprendidos por los giros argumentales y las aventuras vividas por el grupo de héroes que había jurado defender un mundo que les odiaba y les temía. Los años 90 se caracterizaron por una sobreexplotación de la franquicia y, especialmente, del personaje Lobezno. El momento culmen de esta época tiene lugar con la saga La Era de Apocalipsis, que supuso un paréntesis argumental tras el que se produjo un cierto reinicio de las tramas, que fueron perdiendo fuelle paulatinamente. No obstante, es cierto que hubo algunas etapas cuya calidad destacó, aunque sin llegar al esplendor de los cómics publicados en los años 80.
Grant Morrison llegó a New X-Men justo después de una época bastante convulsa, en la que varios de los protagonistas y secundarios habían fallecido y su relanzamiento supuso un punto y aparte que tendría importantes consecuencias para la franquicia X durante los siguientes veinte años. Su llegada modernizó las series mutantes, proporcionando un cambio de paradigma que evitó que se continuase repitiendo esquemas, que los personajes vivieran permanentemente en callejones argumentales sin salida y que los guionistas siguieran dando pasos en falso sin atreverse a crear historias más trascendentes.
LA NUEVA PATRULLA-X DE MORRISON
Antes de hablar de New X-Men, hay que tener en cuenta que se comenzó a publicar no mucho después del estreno de la película X-Men dirigida por Bryan Singer y que toma de ella varios conceptos y aspectos estéticos que también contribuyeron a ese aire de modernidad que tan presente estaba durante la publicación original de la etapa. El éxito de la película de Singer marcó un punto de inflexión en el tratamiento de los superhéroes que Morrison usó para transformar este rincón del Universo Marvel, no únicamente en lo visual, sino en su propia raíz. El escocés aprovechó la mitología de la franquicia mutante como vehículo para su revolucionaria etapa y plasmó su visión de qué nos deberíamos encontrar en los tebeos de la Patrulla-X en un manifiesto de lectura obligatoria que encontrarás en el primer tomo.
Una lectura atenta de este escrito nos ayudará a entender los riesgos que asume al llevar hasta el límite los conceptos que se habían ido estableciendo durante décadas y a los que Morrison dio una vuelta de tuerca hasta devolverles su vigor. Así, mientras que durante años los mutantes lucharon contra la discriminación y pidieron la igualdad, con la llegada del siglo XXI, el guionista nos presenta a los mutantes como verdaderos ídolos, el objetivo a alcanzar por la humanidad antes de que ésta se extinga y sea sustituida en pocas generaciones por el homo superior. Así, mientras que por un lado seremos testigos de cómo muchos humanos se resisten al cambio, por otro descubriremos a verdaderos adoradores de la cultura mutante que intentarán apropiarse de ella dando el paso de obtener poderes al someterse a injertos y trasplantes de órganos de mutantes.
En este contexto en el que el homo superior no para de multiplicarse exponencialmente, la Escuela Xavier recuperará su sentido docente y se llenará de centenares de nuevos estudiantes y, como en todo instituto, pronto asistiremos a las primeras fricciones y disensiones entre los alumnos y la Patrulla-X. Queda claro así que el guionista consigue que la serie se centre en los personajes y en su interacción personal, marca de la franquicia durante sus años de mayor éxito. Los conflictos personales saltan a primer plano y Morrison se empeñará en que cambiemos para siempre nuestra visión de personajes tan importantes como Cíclope, Emma Frost o Bestia, que adquirirán un protagonismo merecido afrontando cambios personales de gran importancia. Su actualización no puede haber resultado mejor y perduran todavía hoy muchos de sus rasgos de personalidad que el escocés introduce en estos episodios. Además, nos presenta a personajes de gran potencial y que posteriormente han tenido sus momentos de gloria, como las Cucos, Quentin Quire, Glob o Xorn.
A pesar de esta focalización en la caracterización y desarrollo de personajes, el sentido de la aventura y de la fatalidad estarán muy presentes, convirtiéndose una de las etapas más oscuras y sórdidas de la franquicia mutante. Desde el mismo comienzo de la etapa, Grant Morrison retorcerá viejos conceptos para crear nuevas amenazas, por ejemplo, aumentando el poder destructivo de los Centinelas para provocar la mayor masacre mutante de la historia y presentando una nueva versión del lado oscuro de Xavier que tendrá graves repercusiones en el Imperio Shi’ar. No son las únicas ideas que homenajeará y a lo largo de su etapa dejará su impronta en el Club Fuego Infernal, Fénix, Magneto y la Hermandad de Mutantes Diabólicos, Días del Futuro Pasado y la propia Arma-X.
EL APARTADO ARTÍSTICO
Aunque el nombre del guionista ya es suficiente para sentir curiosidad por la obra, lo cierto es que en esta etapa estará acompañado de algunos de los dibujantes más potentes de la industria del cómic americano. Sin embargo, la irregularidad será una de las características más destacables en el apartado artístico. Visualmente es una etapa muy variada, con muchos cambios de estilo y en la que no todos los dibujantes estuvieron al nivel que les hemos conocido en otras obras debido a, según parece, la estrechez de los plazos de entrega.
Por ejemplo, Morrison estuvo acompañado por dos de sus antiguos colaboradores, Frank Quitely y Phil Jimenez, con los que ya había había trabajado en JLA: Tierra 2 y Los Invisibles. Ambos son, tal vez, los que obtengan un resultado más destacable en las sagas en las que participan. También Leinil Francis Yu firma, quizás, uno de sus mejores trabajos en el famoso anual apaisado y John Paul Leon también destaca en sus páginas. Sin embargo, en mi opinión, otros artistas están más contenidos, como Chris Bachalo, EVS o Silvestri. El caso más destacable y famoso es el de Igor Kordey, quien tuvo que entregar sus páginas con muy poco tiempo para realizarlas y fue muy criticado por los lectores.
VALORACIÓN FINAL
Los New X-Men de Grant Morrison forman parte del Olimpo de etapas mutantes por muchas razones, principalmente por insuflar vida a una franquicia moribunda en lo argumental desde hacía varios años. Los lectores que conozcan al escritor por referencias y sepan de su tendencia a escribir obras complejas, pueden respirar aliviados, ya que se trata de una obra en la que se muestra muy controlado, aunque refleja sus ideas, obsesiones y paranoias de la época. A pesar de la inestabilidad artística, que es quizás lo que más distingue a la obra de otras etapas (como la justamente posterior de Joss Whedon), constituye una historia cerrada, que respeta y aprovecha la historia anterior sin que haga falta conocerla en profundidad para disfrutar de las nuevas historias. Además, su herencia sigue presente aún hoy en las páginas de los cómics de la Patrulla-X y la lectura de esta etapa te ayudará a comprender mejor lecturas más recientes, como la etapa actual orquestada por Jonathan Hickman.
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