Hace ya unas semanas que se estrenó Logan y va siendo hora de comentar mis impresiones. Desde que se estrenó el primer trailer a ritmo de Hurt de Johnny Cash tuve la intuición de que se trataba de algo diferente y esperaba que esta vez, de verdad, la película protagonizada por un Lobezno de capa caída fuera un producto digno y que nos ofreciese un espectáculo que nos hiciera olvidar el mal sabor dejado por Lobezno: Inmortal y, especialmente, Lobezno: Orígenes. Por suerte, así fue.
El héroe crepuscular
La película supone un fin a la trilogía de Lobezno y, sobre todo, sorprende con un giro que espero que ponga también fin a la franquicia mutante tal y como FOX la ha ido planteando hasta ahora para pasar a ofrecernos en las próximas películas un camino más adulto en la estela del Deadpool de Tim Miller (2016) o este Logan de James Mangold. Tomando como punto de partida argumentos algo manidos en el cómic, como la omnipresente extinción mutante (tema recurrente desde Dinastía de M) o la desaparición del factor curativo de Lobezno, Mangold nos ofrece una brillante road movie muy condimentada con características del western crepuscular y del cine de justicieros de la década de los años 80. Además, para Hugh Jackman supone una despedida espléndida a nivel interpretativo del personaje que le lanzó a la fama a nivel mundial y al que, recordemos, llegó por casualidad y de rebote tras la salida de Dougray Scott apenas unas semanas antes de comenzar el rodaje de X-Men (Bryan Singer, 2000). A lo largo de la promoción de la película, los seguidores del australiano hemos podido comprobar el gran amor y respeto que el actor siente no ya hacia el personaje, sino hacia sus fans, ofreciéndonos en sus redes sociales una gran cantidad de mensajes y fotografías que, esta vez sí, huelen a despedida definitiva.
En este film, Logan (quien, por cierto, recupera su nombre original, James Howlett) se nos presenta como una figura gris, enferma, acabada, cínica y que a lo único que aspira es a morir una vez que complete la misión que le queda: ver morir a Charles Xavier. La relación entre Logan y Xavier es uno de los ejes de la película y resulta en una de las caracterizaciones más logradas desde la mostrada entre Xavier y Magneto, tanto en X-Men como en X-Men: Primera Generación (Matthew Vaughn, 2011). En este momento creo que es de justicia resaltar la gran labor de Patrick Stewart al representar a un Xavier con alzheimer que se mueve entre momentos que recuerdan al alocado y divertido Charles interpretado por James McAvoy en Primera Generación y al Profesor X maduro que Stewart ha ido desarrollando durante 17 años en diversas películas y del que pensábamos habernos despedido en Días del Futuro Pasado (Bryan Singer, 2014). Resulta especialmente brillante el momento en el que recuerda cómo perdió el control de sus poderes y mató accidentalmente a diversos miembros de los X-Men, ya que Stewart recompone totalmente a su personaje, usado como comodín humorístico durante muchos momentos del film, para darle una despedida muy emotiva protagonizada por la culpa, la pena y el alivio de saber que no podrá hacer más daño a nadie, cerrando así la mejor parte de la película.
Nacidos para morir
Tras la muerte de Xavier, Logan retoma el argumento principal: el encuentro entre el mutante anteriormente conocido como Lobezno y su hija Laura, nacida en los experimentos llevados a cabo por la empresa Alkali con mujeres mejicanas pobres y la información genética de distintos mutantes. La inclusión de Laura había servido hasta ese momento para redondear la familia disfuncional formada por Xavier y Logan, ya que los miembros de sus tres generaciones (hija, padre y abuelo) comparten un lazo único: no tener a nadie más en el mundo. Sin embargo, una vez que padre e hija se quedan a solas, la historia se vuelve más tópica, pero no por ello menos interesante, ya que Mangold recurre a la genialidad de que Logan sea incapaz de comunicarse con Laura por no hablar el mismo idioma (efecto que, por cierto, se pierde en nuestro país por la nefasta costumbre de doblar las películas). Así, al verse incapaz de saber cómo llegar hasta ella, la rechaza y termina de hundirse, siendo éste uno de los mayores golpes de efecto en el guión de la película, puesto que es Laura quien pasa a coprotagonizar el film, dando cada vez más minutos a Dafne Keen para que se luzca como heroína en contraposición con el héroe caído de Jackman. Destaca especialmente el momento en el que Logan le dice que toda la gente a quien quiere acaba sufriendo y muriendo y ella le responde que entonces ella no tiene que preocuparse, pues es el incentivo necesario para que Logan vuelva a ser el héroe honorable y valiente a quien todos conocemos. Tras ese momento, la batalla final entre los Cosechadores y X-24 contra Logan, Laura y los niños mutantes supervivientes del proyecto X-23 se desarrolla dentro de lo esperado, con un resultado previsible pero emotivo en el que es Dafne Keen quien vuelve a destacar al recitar el monólogo de Raíces Profundas que cierra definitivamente el ciclo del Logan de Hugh Jackman en la gran pantalla junto a esa cruz que cambia de posición para recordarnos que, aunque lo hubiésemos olvidado, se trata de una película de la franquicia X-Men.
A tener en cuenta
Además de por su tratamiento adulto (sangre, miembros amputados, decapitaciones, disparos a bocajarro, tacos...), Logan destaca en muchos aspectos. Quizás el más sutil es el marco temporal en el que tiene lugar la historia, ya que, creo que de forma adecuada, Mangold nos muestra un 2029 caracterizado por ser un 2017 más sofisticado, en el que hay camiones que conducen solos (como extensión a nuestros drones actuales, supongo), lo digital ha acabado por sustituir a lo analógico y la medicina y la biología han avanzado lo suficiente como para crear los primeros cyborgs y clones y permitir la manipulación del maíz para provocar la mejora de la fisonomía humana y acabar con las mutaciones. Además, se percibe que los Estados Unidos siguen azotados por una ola de intolerancia hacia el extranjero como la que llevó a Trump a la Casa Blanca.
Por otra parte, también quiero señalar que el uso de los silencios narrativos es destacable y que, quizás, estemos ante la película con las mejores escenas de acción de la franquicia X. El "efecto cable" en las peleas queda bastante más disimulado y el uso correcto de los efectos digitales integrados en las peleas y persecuciones sólo se ve perjudicado en algunos movimientos imposibles durante las peleas de Laura. Y sí... una vez más, los villanos son bastante previsibles y planos. Quizás destacaría el hecho de introducir a X-24, un clon de Lobezno, por introducir la idea de que lo único que es capaz de matar a Logan es otro Lobezno.
Como conclusión final, quiero enfatizar que Logan no es únicamente un producto de entretenimiento válido y bien hecho, sino que también podría ser la película que abriera definitivamente las puertas de la madurez a universo cinematográfico Marvel para dar cabida a héroes caídos y antihéroes en la línea que hemos ido conociendo en las series de Netflix y superar productos nefastos como las películas de Ghost Rider o The Punisher, que se quedaron muy a medio gas. No perdamos la esperanza.